Donde expresamos lo que somos

domingo, 12 de abril de 2015

Pero, ¿tú por qué estás tan feliz?

Hay una palabra cuyo significado conocemos bastante bien, que es utilizada de forma relativamente frecuente, ¡eso sí!, de forma muy superficial, pues su uso en profundidad, nos mueve a todos de diferentes formas. Esa palabra: Dios.
Es un término para algunos, una persona para otros, para unos cuantos más una excusa o hasta una mentira. Sin embargo, todos tenemos una relación con Él. Ya sea de amistad, de resistencia o hasta odio, ganas de ignorarlo completamente o de deshacerte y entregarte en Su Amor.

¿Por qué romper ahora ese silencio tan cómodo y al que estamos tan acostumbrados? ¿Por qué no escribir de algo más? Lo que sea, de cómo crecen las plantas o de cómo preparar un pastel... Pues porque me he dado cuenta de que todos, en el fondo, queremos hablar de Él. Todos tenemos preguntas sin responder o "acusaciones" que creemos tenemos que realizar hacia Su Persona. Pero si nadie se atreve, ¿cómo hacerlo?

Ayer tuve una reunión que sin duda alguna marca un antes y un después en mi vida. Una conversación entre dos amigos y tres personas. Quitándome las máscaras por completo, descubriendo mis metas, mis miedos y mis anhelos más profundos. Después salir de ese Telepizza con una alegría, una seguridad y una paz impresionantes. Subirme al metro con una sonrisa imborrable disfrutando del presente, con cosquillas aún de la experiencia vivida.

Subieron también un grupo de unos 10 chicos más o menos de mi edad, disfrutando de su momento pre-fiesta. Después de unas cuantas paradas noto que hablan de una chica feliz, hacen bromas acerca de una chica feliz y eventualmente dicen que mal rollo esa chica feliz. Yo, riendo, disfruto aún más la experiencia viendo sus caras de perplejidad. Casualmente nos bajamos todos juntos y uno de ellos me pregunta al subir las escaleras: "Pero, ¿tu por qué estás tan feliz? ¿Qué te pasó? ¿Fumaste algo?" A lo que yo respondo que no, vuelve a insistir y pienso: ¿Le comparto lo que siento? ¿Me lo guardo?... Medio segundo y le digo: "Por Dios". "¿Por el Dios católico?", me pregunta. Le respondo que sí, le hablo de mi velada y lo que he descubierto.

En este punto ya he captado la atención de todo el grupo. Entre bromas, caras de recelo e interés me invitan a acompañarlos y, viendo que faltaba una hora para el siguiente bus, acepto. Seguimos hablando y todos tienen algo que comentar del tema. Típicas preguntas: pero... ¿Eres practicante? ¿Crees en la Iglesia? ¿Siempre has sido así? ¿Y el sexo? Todas las barreras sociales que normalmente tenemos se han bajado por completo, preguntan de todo, me dicen sus opiniones, yo les comparto mis vivencias. En menos de 15 minutos pasan de confesarse el anticristo, a llamarse ateos, a decir que son agnósticos y alguno que otro me confiesa que ha tenido alguna experiencia espiritual, que cree en algo y uno, orgulloso, me sonríe diciendo que se ha confirmado.

¿Cómo no amar a estos niños? ¿Cómo no entender a todos? Yo también tuve mi tiempo de no querer saber nada de Iglesia, que luego fue un no querer saber de Jesús, que luego pasó a no querer saber de Dios, hasta eventualmente pasar del tema completamente y despreciar a la gente que lo sacaba a relucir. Lo interesante es que entre tantos planteamientos de "autosuperación", de "yo lo puedo todo", de una Iglesia "política" que es "el opio del pueblo", de escándalos de tantos tipos que ya es el pan de cada día; olvidamos lo único importante detrás de todo: Dios. Ese Dios que realmente está ahí siempre, que nos da sugerencias, que nos invita a estar agradecidos y a hacer el bien, a intentar ser valientes y no dejarnos endurecer y desconfiar del mundo. Ese Dios que respeta tus decisiones y que si le dices que se calle, que no le hables, lo hace... Pero que nunca se va y siempre encuentra formas de recordarte que sigue ahí.

Y tantas veces tendemos a verlo con rabia, o como un justiciero, hasta con miedo. Cuando lo único que quiere es abrazarte y hacerte recordar cómo era cuando eras niño y confiabas en Él sin saberlo o sin pensarlo, cómo era saberse totalmente amado, apoyado y protegido. Ver esos rencores guardados, sacarlos de ti y acariciar esas manos heridas y adoloridas por apretarlos tan fuertemente...

Eventualmente fui a coger el bus y nos despedimos. El bus repleto, me quedé de pie la mitad del trayecto, o sea que en vez de sucumbir al sueño pude pensar un poco más en lo que acababa de pasar.

Llevo bastante tiempo sintiéndome incómoda al hablar de Dios, evitando hablar de las experiencias extraordinarias que Jesús ha querido que viviera, de las cosas que hago, pensando que a lo mejor irrumpía en la vida de los demás. Pienso ahora... si no hubieran "irrumpido" en la mía, podría ser yo la chica a la cual preguntan en la salida del metro: Pero, ¿tú por qué estás tan feliz?

0 comentarios :

Publicar un comentario

Text Widget

Copyright © Mas de 1 | Powered by Blogger

Design by Anders Noren | Blogger Theme by NewBloggerThemes.com