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martes, 27 de enero de 2015

Verte así



Te vi. Allí, como dormido, plácidamente sin mayores distracciones o palabras que rompiesen con tu sueño. Sin embargo, mientras estaba allí no dejaba de pensar en tres cosas. 


Primero en mi padre y en mi madre. Y quise llamarles en ese momento, darles las gracias por todo lo que han hecho por mí, por el tiempo que me han dedicado, por las muchas horas que me han acompañado, por las caídas de las que me han rescatado, por las vendas que en mi dolor me han puesto. Sí, quise por un momento pensar en que no se van a ir nunca, que siempre estarán conmigo; pero al instante supe, al verte, que eso era imposible, que el tiempo deja su huella y que frente al paso sin freno de los minutos solo puedo exprimirlos al máximo, sacándoles toda su riqueza, aprovechando cada minuto, aún en la distancia, para decirles te quiero. 

Luego, pensé en tus familiares. A los que se quedan aquí. Vi a toda la gente en torno a ellos. Pero en cuanto todo pase, el vacío se notará. Los espacios que ocupabas serán llenados por el silencio del aire y la nostalgia por la presencia que se desvanece, físicamente sí, nunca mental y sentimentalmente. Solo ellos saben lo que es vivir ese dolor; solo ellos saben lo que tiene que hacer; solo ellos saben que tendrán que caminar, pero mientras, viven ese sentimiento tan extraño de la pérdida. Y yo, solo alcanzo a decir que estoy a su lado.
Y por último, pensé en todas aquellas personas que encuentro a diario. A mi comunidad, a mis amigos, a mis conocidos, a todos aquellos que se cruzan en mi camino. Y quise darles un abrazo a todos, decirles que estaba allí. Pero sobretodo me hice una pregunta: ¿qué puedo ofrecerles? Y allí me detuve, allí detuve mi reflexión porque me dieron ganas de llorar: yo que tantas veces voy preocupado por el que dirán; preocupado por las consecuencias de actos que son necesarios; preocupado por el tiempo dejando escapar encuentros; preocupados por la apariencia y a veces lo material. 

Al final, al verte caí en la cuenta, más todavía, de que lo importante no lo que tengo, sino lo que soy; que lo importante es un abrazo y un decirte aquí estoy; que lo realmente valioso es SER sincero y no una máscara que se pone según la ocasión.
Sí, gracias. Tan solo puedo decirte eso, sin mucho conocerte, gracias.

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