Galletas de canela:
Hay dulces navideños
dulces tradicionales
chocolate dulce
y amargo.
dulces tradicionales
chocolate dulce
y amargo.
Tiempos difíciles
Situaciones horribles
Mala suerte
Y gente dulce.
Situaciones horribles
Mala suerte
Y gente dulce.
La vida es azar, sí. También ironía, repugnante cuando la enfermedad se cuela en un hogar sin recursos.
Si en un futuro tuviera un hijo, desde luego no me gustaría verlo en una silla de ruedas. ¿Qué es la infancia sin una carrera por el césped y unos pantalones con rodilleras manchados de arena? Una silla nueva y unos alimentos era lo que podíamos ofrecer.
La mujer lo recibía emocionada y feliz, después de una mañana de angustia tremenda por el estado delicado de su hijo, enfermo por doble partida.
A pesar de las dificultades y de una nevera rebosante de vacío, nos esperaba ilusionada con un pastel de chocolate en el que parecía haber puesto el alma. Contínuamente pensaba "¿cómo voy a probarlo si hemos venido a traer comida y ayuda?". Pero ella insistía una y otra vez en el significado del gesto, había elaborado cuidadosamente el pastel como agradecimiento. Finalmente, accedimos a probar ante su insistencia, sabiendo que ese pedacito llenaría su corazón más que su estómago.
Confesaba su afición por la cocina, cuando lo permite la despensa, algo que ocupa gran parte de su tiempo ya que debe permanecer en casa cuidando a su hijo.
Al fondo, en su pequeña cocina, asomaban las bolsas de comida, con una caja de galletitas de canela sobresaliendo en una de ellas. Bendita casualidad haberlas metido en el último momento para compensar la falta de algunos productos de desayuno.
"Lo que a mí me gustaría es que vinierais más, aunque fuera sin traer nada". Ojalá nos veamos muchas más veces.
Dulces los ojos que agradecen, el cariño como ingrediente de un pastel y las galletitas de canela que a diferencia de la enfermedad, fueron a caer donde mejor venían.
Si en un futuro tuviera un hijo, desde luego no me gustaría verlo en una silla de ruedas. ¿Qué es la infancia sin una carrera por el césped y unos pantalones con rodilleras manchados de arena? Una silla nueva y unos alimentos era lo que podíamos ofrecer.
La mujer lo recibía emocionada y feliz, después de una mañana de angustia tremenda por el estado delicado de su hijo, enfermo por doble partida.
A pesar de las dificultades y de una nevera rebosante de vacío, nos esperaba ilusionada con un pastel de chocolate en el que parecía haber puesto el alma. Contínuamente pensaba "¿cómo voy a probarlo si hemos venido a traer comida y ayuda?". Pero ella insistía una y otra vez en el significado del gesto, había elaborado cuidadosamente el pastel como agradecimiento. Finalmente, accedimos a probar ante su insistencia, sabiendo que ese pedacito llenaría su corazón más que su estómago.
Confesaba su afición por la cocina, cuando lo permite la despensa, algo que ocupa gran parte de su tiempo ya que debe permanecer en casa cuidando a su hijo.
Al fondo, en su pequeña cocina, asomaban las bolsas de comida, con una caja de galletitas de canela sobresaliendo en una de ellas. Bendita casualidad haberlas metido en el último momento para compensar la falta de algunos productos de desayuno.
"Lo que a mí me gustaría es que vinierais más, aunque fuera sin traer nada". Ojalá nos veamos muchas más veces.
Dulces los ojos que agradecen, el cariño como ingrediente de un pastel y las galletitas de canela que a diferencia de la enfermedad, fueron a caer donde mejor venían.
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